domingo, 20 de junio de 2010

LA AGENDA DESAGENDADA


Ser despistado es algo muy corriente,
o al menos eso piensa mucha gente.
Pero ya es un problema singular
si lo sufre una agenda escolar.


Esta es la historia de la agenda Berta
que aunque me cae bien, no es muy despierta.
Y cómo, por su amnesia cotidiana,
cambió de dueño en solo una semana.


El lunes, que a nadie le gusta nada,
estaba nuestra agenda adormilada.
Y no le recordó a su dueño Juan
que tenía su examen de alemán.


El martes, que es un día un poco tonto,
la agenda bostezó hasta que de pronto,
recordó que debía recodar
a Juan unos deberes, ¡qué pesar!


El miércoles llegó y, Juan con enfado,
se acercó hasta la agenda colorado
para leer en ella con disgusto
que se olvidó el cumple del tío Augusto.


“Esto ya pasa de marrón a oscuro”
pensaréis los lectores con apuro,
y yo os pido paciencia como autor.
No odiemos a la agenda, por favor.


Llega el jueves y, la agenda en pijama,
rellena muy tranquila un crucigrama.
Con tanta letra olvida, por supuesto,
que Juan debe jugar al baloncesto.


¡Esto es el colmo!- exclama Juan muy triste-
¡ya no puedo aguantar tanto despiste!
Entonces agarró a la pobre Berta
y la arrojó por la ventana abierta.


Llegados a este punto he de anunciaros
que no debéis ninguno preocuparos.
Este es un cuento para los infantes,
tendrá un final feliz como los de antes.


Llega el viernes y la agenda despierta
en mitad de una calle ya desierta.
Pero algo interrumpe la quietud,
¡es un niño con cara de ataúd!


Es Luís, el niño más triste del mundo,
que se agacha y la observa un segundo.
Es una agenda- exclama sin dilemas-
podré escribir en ella mis problemas.


Al día siguiente Luís llora y anota
todas sus desventuras con derrota.
Y Berta, que ese día está radiante,
olvida los problemas al instante.


Así llega el domingo y muy contento
despierta el niño triste de este cuento.
Al anotarlas, sus penas olvida
gracias a nuestra agenda distraída.


¿Y qué pasa con Berta?- me decís.
Que está más fresca que una flor de lis.
Por fin se ve a sí misma con afecto,
ser despistada ya no es un defecto.

Ilustración de José Fernández.

5 comentarios:

  1. Gracias Leo!!!
    Edu, yo también la quiero. Me recuerda mucho a mis propios despistes...

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  2. una labor inadecuada,
    para una agenda despistada
    una gran escritora,
    resultó ser su salvadora

    genial bego!!!...y jose tb, a ver, claro!!!

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